¡Me niego!

Veía un vídeo donde una mujer contaba algo que le había sucedido en su lugar de trabajo, curioso, bien contado, simpático e incluso con moraleja y dar qué pensar. En una de sus últimas frases utilizó la palabra “mariconada” y, adivina: los comentarios no fueron por la historia o la moraleja, sino por la puñetera palabra. Atestiguo que estuvo muy bien utilizada, en su proporción justa, en el sitio adecuado, con la entonación correcta y sin ningún ánimo de ofensa, con naturalidad. Pues muchos que deben ducharse tres veces al día con estropajo, por aquello de la piel fina, sacaron de sus goznes una puerta que no había por qué abrir, ya que nadie tocó en ella. Y eso sí me dio qué pensar, llegando a la conclusión de que ¡me niego! Me niego a pedir perdón por mi uso del lenguaje; me niego a tener que medir cada una de mis palabras para no ofender a quien ni le va ni le viene la expresión utilizada, a eliminar la economía del lenguaje utilizando doble, triple o cuádruple sustantivo o adjetivo; me niego a esconder maravillosas palabras de nuestro idioma solo porque no son habituales o son consideradas excesivas para cierto nivel de ciudadanía.

Me uno a quienes abogan por elevar nuestro idioma y no seguir pateándolo con mediocridad y escasez de argumentos.

Me comprometo a aumentar mi vocabulario y a utilizarlo con dignidad y sensatez. Y si algún “ofendidito” aparece por el camino, armas como el sentido común o la ignorancia serán mi elección, no la rectificación, la disculpa o explicaciones que no son escuchadas por quienes portan la bandera de la corrección política.

Me he cansado de que la voz de la ignorancia elegida y orgullosa sea más alta que la de la ignorancia consciente, combustible impulsor del aprendizaje continuo y el respeto.

Alerta: «Vendehúmos» a la vista

Con los buenos deseos del nuevo año, con los propósitos, con las expectativas…llegan los vendehúmos (si, lleva acento, guapi). Llaman tu atención con palabras altisonantes como: -reinvéntate, -emprende, -busca tu mejor versión, -impulsa tu crecimiento personal, -sal de tu zona de confort, -etc, etc, etc. (La de la zona de confort me rechina de una forma…).

Libros, conferencias, podcast, webinars, aparecen en instagram, facebook, tik tok, en todos lados. Y gracias a la magia del famoso algoritmo, si picas uno, picas todos; y te inundan, y ves los testimonios, y te empujan, y acabas cayendo. ¡Nooooooooo! Pero Pino, si tú te dedicas a eso…¡ooohhh, error! Eso lo aclararemos más adelante.

Durante un tiempo, inundada de estos post, artículos o como se llamen, pensaba con compasión en compañeros buscándose la vida en un mundo que comienza a estar saturado de coaches, gurús, mentores, etc. Todos tienen derecho a su trozo de pastel, y cada uno tiene claro su nicho y a ello van. Pero profundizando un poco, solo un poco, me di cuenta de que de nicho nada de nada, que tiraban la red para captar a todo bicho viviente, sin discriminación, y ahí viene mi decepción. Porque hay muchas personas que demandan el acompañamiento necesario para avanzar es sus vidas y proyectos, de acuerdo, y no puedes venderle una batidora a quien necesita un microondas, por ejemplo. No todo vale. Y de repente empecé a ver compañeros muy válidos a los que les aparecía el símbolo del dólar en los ojos, y a compañeros no tan válidos que se venden como la panacea. ¡Uf, qué decepción! Aunque tal y como me han enseñado, si te pica, mírate tú a ver por qué te pica (un gran aprendizaje, ya te digo), y lo analicé milimétricamente. Llegué a la conclusión de «vive y deja vivir», yo a lo mío y sin mirar por el retrovisor a los demás, porque me agobiaría, y por supuesto siempre huir de las comparaciones.

Por tanto, sigo en mi línea. Lo primero, escuchar activamente para ver la necesidad de quien me habla, y dirigirle a quien mejor pueda acompañarle en el proceso. ¿Que soy yo? ¡Fantástico! ¿Que no soy yo? Pues con toda mi vulnerabilidad le remito a algún compañero. Y continúo preparando mis nuevos productos y servicios, esperando siempre que sean precisos, divertidos y efectivos para mis clientes.

Así que: busca, compara, pregunta, infórmate bien, y luego haz clic en lo que más te convenza, porque no todo vale. Y si compras humo, humo tendrás.

PD: Me ha quedado un poquillo derrotista y no era mi intención. Que hay profesionales muy válidos con productos fantásticos, de verdad, los hay. Solo que hay que escarbar un poquito para encontrarlos.

Ahora que el año termina…

El tiempo se va volando. Hay que ver que el año ha pasado sin sentir. Pero si estábamos hace nada en verano… y mil frases más que escuchamos estos días, que parece que son los únicos en los que sentimos el paso del tiempo (y cuando se acaban las vacaciones, vaaaale).

Propósitos, buenos deseos, verdadera determinación y disciplina para lograr todo aquello que deseamos ser, hacer y tener y que no somos, ni hacemos ni tenemos. ¡Y qué rápido nos desinflamos, caray! La determinación y la disciplina se van con la uva número 11, creo, según mis cálculos. Es entonces cuando pasamos a lo que vamos a denominar «realismo», o así es como enmascaramos todas las excusas que nos ponemos para no cambiar nada porque «tampoco estamos tan mal». Y ES QUE CAMBIAR DUELE. Y a nadie le gusta el dolor. Este año he escuchado mucho la pregunta ¿desde dónde haces las cosas? ¿Desde el amor o desde el miedo? Y es alucinante la cantidad de cosas que hacemos en nuestra vida, en nuestro día, desde el miedo.

Creo que ese será mi propósito de este año…DESDE EL AMOR, todo desde el amor, y dejar atrás el miedo. Por si acaso, comeré solo 10 uvas, no sea que en la 11 se me vaya la determinación.

Feliz vida nueva

Urgencias (enero 2020)

¿Cómo puedes sentirte tan solo entre tanta gente? Estás, pero no eres. El nombre, el expediente, la historia está sobre la mesa. No sabes debajo de cuántos o encima de cuántos. Mientras el nombre no esté arriba, no eres. Así que, observa, estudia, escribe, sé para tí, porque para los demás no eres.

Y no es malo, ni es bueno, simplemente es. Oyes nombres gritados al aire, buscan a alguien que no eres tú; las máquinas suenan, aparecen más personas, blanco, verde, azul, violeta…son de colores. Con bata los más buscados, sin bata los que más se mueven. Camillas, sillas, cortinas, ruedas… todo se mueve. Y no hay cobertura. Me gusta, no teléfono, no wifi, no ladrones de tiempo, porque aquí el tiempo es diferente; kronos y kairos cambian a su antojo.

¡Y son tantas las historias! Bonitas, graciosas, graves, tristes, para escribir enciclopedias sin parar. Triste fuente de inspiración, aunque en realidad no, porque hay esperanza en el aire, porque quieres salir mejor de lo que entraste, porque estás aquí para que te ayuden a sentirte mejor, aunque sabes que hay heridas que ninguna pastilla cura.

Y cuánto egoísmo a la par que solidaridad. El familiar de al lado te mira con condescendencia, con compasión, hasta que se dice tu nombre primero: entonces la cosa cambia. Su familiar merece atención antes que tú, faltaría más. Y todos quieren contar sus historias, exageradas casi siempre, minimizadas casi nunca.

Entre los de colores, buen humor. Hace falta, hay que crear una historia propia, por encima de cada historia que entra por la puerta. Porque son historias efímeras, pero SU historia se queda, cada día. Y esa historia es la que hay que alimentar y cuidar.

¡Y dicen el nombre! Y de repente sientes ganas de llorar. Tiene bata y tú eres alguien. ¡Gracias! Ahora me ves, ahora me escuchas, ahora me ayudas. Ahora YO SOY.